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Política Agraria Común

  • Foto del escritor: laszapatillasdelucia
    laszapatillasdelucia
  • 9 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

La política agraria en España está fuertemente condicionada por la PAC (Política Agraria Común) desde los años 80 en la etapa de aperturismo de nuestro país a la Unión Europea. Pero la PAC tiene mucha más historia que desde que la conocemos en nuestras propias tierras.


Entró en vigor en 1962 y los objetivos generales que tenía era incrementar la productividad agrícola, garantizar un nivel de vida comparable para el agricultor al del resto de sectores, estabilizar los mercados, garantizar abastecimientos e instaurar precios razonables para los consumidores.


Pero también ha sufrido críticas desde sus inicios. En el caso de los países terceros se agravaba el proteccionismo en los países en vías de desarrollo exportadores de productos agrarios, los agricultores han visto como se desprofesionalizaba el trabajo en el campo y este además era inestable y desigual, además, grandes disputas ideológicas por la diferencia de agricultores y sectores y las diferencias que se producen entre comunidades autónomas en nuestro país y la diferencia de precios desde la materia prima hasta el producto elaborado para el consumidor.


Esta diferencia se produce por el valor añadido en el proceso de comercialización y la tendencia es a que esta diferencia de precios aumente, pagándose cada vez más barata la materia prima y vendiéndose cada vez más caro el producto elaborado a los consumidores.


En el año 2013 se adoptó una nueva reforma de la PAC llamada “La PAC hacia 2020: Respondiendo a los retos de alimentación, los recursos naturales y territoriales”. En esta nueva reforma se tenía como objetivo una mayor orientación a agricultores sobre las ayudas, introducía el valor medioambiental y una especie de “greenwashing” o lavado de cara para ser (o aparentar ser) más sostenible.


Dentro de sus premisas en España, hablan sobre el mantenimiento de hábitats, correcta utilización de productos fitosanitarios (de los que ya hablamos en un artículo anterior), obtención de productos de calidad, ganado salubre y dentro del bienestar, entre otras muchas. La PAC remunera estas funciones, compensan a los agricultores y ganaderos por la práctica y la forma de producción que permitan continuar con el trabajo en el campo y mantener el patrimonio natural.


La problemática de la PAC surge en cuanto a las subvenciones que entrega, ya que lo hace a partir de hectárea cultivada en secano, regadío, pasto o cultivos permanentes. Pero no viene analizado por el clima, no sigue un índice climático que diga en qué terreno es propicio un cultivo u otro, llevando de esta forma a Murcias y Almerías en nuestro campo, lugares que por su climatología deberían tener otra serie de cultivos, debido a la escasez de lluvias en esas regiones, se producen los mayores cultivos de regadío de toda la Unión Europea. Al igual que plantaciones en altitudes en las que no se pueden desarrollar completamente.


Al final la PAC ha dado la vuelta al campo en España y no solo se ha seguido desprestigiando el trabajo en el campo, sino que las retribuciones a los trabajadores por la materia prima cada vez son menores, pese a que el precio de los productos en mercado sigue subiendo.


¿Qué tal si volvemos a darle la vuelta y hacemos cosas coherentes a nuestra cultura, terreno y climatología?



Imagen: Vista de Herrera del Duque (Badajoz) población y campos de cultivo

 
 
 

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