Mercados de artesanía
- laszapatillasdelucia
- 10 oct 2019
- 2 Min. de lectura
Hay algunas personas a las que les pasa algo casi mágico cuando entran en un mercado de artesanía. Yo me considero una de ellas.
Hay un pequeño gusanillo que nos tiene atrapados, ya sea por la cantidad de cosas que te encuentras, como por la cantidad de personas que, a día de hoy, siguen viviendo de los oficios de hace décadas.
Me parece muy arriesgado, pero al final muy bonito, poder dedicarte a aquello que te gusta, porque no nos engañemos, ese sacrificio es vocacional.
En el último año habré visitado varios mercados de este tipo en el que mucha gente se une para preservar la tradición y sobre todo para dar a conocer sus productos, desde alimentación, hasta piedra, mimbre, trabajo del vidrio, confección artesana de textil como en plata, madera o acero…
Al final siempre vuelvo a mi tema recurrente, la España vacía, pues muchos de estos artesanos provienen de ella, casi la gran mayoría, han tenido la necesidad de salir y recorrer una gran cantidad de kilómetros para poder ofrecer sus productos, productos elaborados por ellos mismos, que conservan una tradición y una forma de hacer las cosas que se ha perdido completamente con la industrialización.
A día de hoy se ve como algo excepcional, cosa de un día o de un fin de semana, pero antiguamente esta era la forma de vida de todo el territorio nacional. Las relaciones que se hacen en el mercado, la venta de productos de los cuales sabes su procedencia, todo un pueblo reunido en torno a una plaza. Con la pérdida de estas costumbres y relegándolas a unas pocas veces al año, en vez de vivir de ello a diario, nos hemos deshumanizado. La industrialización de los procesos o tener todo lo que quieras en un centro comercial, el egoísmo en el que nos hemos adentrado y la desnaturalización de esas relaciones que nos hacían ser de verdad.
Bajo mi experiencia en estos mercados, hay tres cosas que me parecen fundamentales. La primera de ellas, ya la he comentado, el retorno a lo tradicional y seguir el lema de “Raíces y Alas”, cada uno otorga un significado a estas dos palabras, para mí las raíces simbolizan la tradición y las alas la novedad, coger lo tradicional y renovarlo de tal forma que siga siendo competitivo y pueda tener un futuro. La segunda cosa es la cercanía con los vendedores, cómo el cliente pregunta y el vendedor responde con ilusión sobre su proyecto, cómo hace las cosas, sus métodos… Es un trato tan cercano y con tanta implicación, en la mayoría de los casos tras sus palabras y sus ojos puedes ver la emoción de su trabajo y cómo para ellos es su vida, cosa que no te pasa con la cajera del supermercado. Finalmente, la tercera, es que todo el mundo se echa a la calle ante una feria de este tipo, devuelve la vida a esos lugares y por un instante te trasladas a la época en la que la vida se basaba en esos momentos.

Imagen: puesto de mimbre en el mercado medieval de Ávila
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