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Frank Cuesta

  • Foto del escritor: laszapatillasdelucia
    laszapatillasdelucia
  • 5 nov 2020
  • 3 Min. de lectura

Frank Cuesta, al que muchos conoceréis como Frank de la Jungla, o Wild Frank es de quien vengo a hablaros un poco hoy. No quiero hablar de su vida privada, ni que sea juzgado por la misma, porque eso es algo que tiene que involucrar al entorno más cercano de una persona, y a todos los que no pertenecemos a ese círculo, debería interesarnos mucho más la profesionalidad de esa persona, y es algo en lo que me quito el sombrero con este señor.


Desde su reactivación en las redes sociales, Frank nos ha sabido trasladar su día a día en Tailandia, hemos podido conocer un poco más a qué se dedica fuera de cámaras, aunque en las últimas entregas de Wild Frank ya se nos dejaba ver, y aunque le veas con los zuecos de goma y la gorra echada para atrás, me parece todo un valiente y trabajador.


Esas pinceladas que podemos ver, nos enseñan un proyecto muy bonito, un “refugio de animales”, un lugar al que llegan animales perdidos, abandonados, maltratados… Allí realizan una transición para poder volver a la naturaleza, que tendría que ser el fin de todos los animales salvajes en este mundo, poder tener la oportunidad de volver a la naturaleza, y a ser posible que nunca tengan que salir de ella.


Otra cosa que Frank nos ha dejado entrever es su labor con el tráfico de animales, muy muy relacionada con el refugio, pero con matices especiales. Como ya he comentado en otros artículos, el tráfico de especies, y sobre todo el tráfico de animales, es uno de los mayores negocios de este mundo. Cada día, en aduanas, aparecen maletas con seres vivos dentro. En Tailandia, donde reside Frank, este negocio es el que sube la media, pues está considerado como un país de origen, tránsito y consumo de tráfico de animales. Y a él le hemos visto en lugares donde particulares tenían tigres en posesión, saboteando entregas de todo tipo de especies, y si me lo permitís, luchando por esos derechos robados de los animales.


Y no me gustaría dejar este artículo sin hablar de una lucha en la que Frank ha insistido mucho, y es la explotación de animales en lugares como los que vemos en sus programas, los mercados asiáticos, pero que se puede trasladar perfectamente a cualquier parte del mundo.


Seguro que todos nos hemos encontrado un lugar donde exponen animales para que la gente pueda hacerse fotos con ellos, puedas “alimentarlos” o simplemente estén de exposición. Y hay que saber que muchos de esos animales han sido sacados de la naturaleza, extraídos de su ambiente natural, y muchas veces, para evitar problemas mayores en esas exposiciones, los han arrancado los dientes, han maltratado, amputado extremidades… O incluso han expuesto al sol a animales nocturnos, que obviamente son nocturnos por algo, dejándolos completamente ciegos.


El mensaje que Frank siempre quiere transmitir es este: “SI NO HAY DEMANDA NO HAY NEGOCIO”.


¿Qué quiere decir? Que, si tú te estás haciendo una foto con un animal salvaje al que han coartado su libertad, tú, en cierta manera, estás siendo cómplice de ese acto. Suena muy cruel, pero al igual que la acción climática, al igual que muchas otras cosas, la responsabilidad es individual de no consumir este tipo de actos, de no pagar por una foto o una caricia. Y esto, al igual que todo, solo puede venir a través de la educación.

Para acabar, no sé si me habré explicado correctamente, si es así, de verdad pido disculpas. Y también expresar todo mi agradecimiento a las personas como Frank, que intentan educar en estos ámbitos. Que ponen en la parrilla televisiva temas muy conflictivos en nuestro país, ni siquiera para expresar una opinión, sino para poner todas las cartas sobre la mesa y que tú mismo generes tu opinión.


Se puede aprender de forma divertida, se puede enseñar temas de naturaleza de forma entretenida, al final la educación es una llave a abrir todas las puertas que queramos.



 
 
 

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