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Agroecosistemas

  • Foto del escritor: laszapatillasdelucia
    laszapatillasdelucia
  • 27 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

En la actualidad, nos basamos en sistemas abiertos, de los cuales el hombre ha tomado parte y ha dejado su huella. En el término del sector de la agricultura que tratábamos en el artículo anterior, el hombre ha creado un nuevo concepto.


Llamamos agroecosistema a la combinación de factores ecológicos, económicos y culturales. Esto quiere decir que ha habido una intervención humana en los ecosistemas para convertirlos en este nuevo concepto de agroecosistema.


Existen varios motivos para convertirnos en agroecosistema:


En primer lugar, hay sistemas de interés que están sometidos a oscilaciones naturales periódicas, como son las migraciones o las inundaciones estacionales, el éxito de la especie humana se debe a la dominación de estos impulsos u oscilaciones naturales para ponerlos a nuestro servicio y poder explotarlos, como puede ser la trashumancia en cuanto a migración de animales o aprovechar las inundaciones para la plantación de arrozales.


En segundo lugar, se ha manipulado la sucesión ecológica, existen sistemas maduros (invierte energía en mantener la estructura y no crece), sistemas juveniles (emplea la energía en su desarrollo) y sistemas explotados, el cual combina las características de ambos, puede ser organizado como un sistema maduro y tiene la capacidad de crecimiento de un sistema juvenil. Esto se explica muy bien en los cultivos, que se han ido modificando para obtener siempre el mayor beneficio posible. En la agricultura tradicional estos equilibrios los crea la naturaleza, de forma moderna hemos conseguido eliminar casi por completo estos elementos naturales, sustituyéndolos por sistemas artificiales.


En tercer lugar, se ha eliminado del campo el concepto de factor físico limitante, el cual hace que un sistema se desarrolle mientras exista ese factor y deje de desarrollarse cuando no dispone de él. En este caso, los humanos aproximamos de forma artificial las condiciones ambientales a su óptimo fisiológico para nosotros poder ser beneficiados. Por ejemplo, en el riego aumentando la disponibilidad de agua o con la ayuda de fertilizantes.


En cuarto lugar, el uso de la genética para el aprovechamiento. La evolución genética nos lleva a una especialización, sin embargo, hemos dejado a la especie humana como una especie generalista y hemos aprovechado el poder sobre otras especies para especializarlas y tener un mayor aprovechamiento. Un ejemplo es el de las ovejas merinas, a las cuales se les ha modificado genéticamente el pelo para tener una mayor obtención de lana.


En último lugar, la especie humana se ha especializado en crear sistemas, jerarquías, mercados e instituciones que permitan controlar todo lo expuesto anteriormente y optimizar el medio natural para beneficiarnos de él.


Como conclusión a este artículo es más bien una recomendación. Siempre se estudian los ecosistemas desde un segundo plano, insistimos en el estudio como meros observadores, pero, ¿Después de tantísimos años como especie estamos seguros de que nuestra presencia en el planeta no deja huella? Hoy en día este concepto se tiene mucho más cercano por las continuas noticias sobre la acción humana y la lucha contra el cambio climático. Pero lo cierto es que, como cada una de las especies que habita y ha habitado el planeta Tierra ha modificado su ecosistema, uno, varios o todos. Y ya está bien de tratarnos como observadores cuando somos protagonistas de la historia de la Tierra. Se han modificado aspectos naturales, hemos usado el ecosistema en nuestro beneficio, pero somos parte de él y también sufrimos sus consecuencias. Algún día se dejará de hablar por completo del “ecosistema agrario” y nos empezaremos a incorporar en él como agroecosistema.


Imagen: Pablo Silvano

 
 
 

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